Las patologías mamarias de carácter benigno son frecuentes entre las mujeres de todas las edades. Según explica la doctora Hortensia García Robayna, ginecóloga y obstetra con una amplia experiencia, habitualmente es la propia mujer la que descubre un bulto o algo diferente en la mama, y acude al médico. Por otro lado, los hombres también pueden padecer estas patologías, aunque con mucha menos frecuencia.
La mayoría de estas alteraciones son de origen hormonal y, pese al comprensible temor a un cáncer de mama, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) aclara que más del 80 % de las consultas médicas relacionadas con la mama concluyen en patologías benignas.
En la mayoría de casos, suele tratarse de:
- Quistes simples: consisten en una bolsa de contenido líquido que se forma dentro de la glándula mamaria. La aparición de estos quistes es muy frecuente en mujeres de todas las edades, generalmente no causan dolor y son benignos. Su presencia y aumento de volumen se relaciona con los cambios hormonales, pero también se pueden formar debido a una infección o al bloqueo de un conducto mamario.
- Fibroadenomas: se trata del tumor benigno más frecuente. Los fibroadenomas son bultos redondeados, duros y móviles que suelen aparecer —uno o varios— en mujeres jóvenes. Son un tipo de tumor hormonodependiente, es decir, ligado a los cambios hormonales, y puede permanecer sin cambios durante años para crecer rápidamente con el embarazo. Por el mismo motivo, con la disminución de estrógeno, en la menopausia suele disminuir su tamaño. La principal diferencia respecto al quiste simple es que el fibroadenoma es tejido duro y denso, no líquido, y es proliferativo, es decir, crece en vez de «llenarse».
- Mastopatía fibroquística: esta es otra alteración de origen hormonal, también llamada displasia mamaria, mama nodular dolorosa o mama fibroquística, y es muy frecuente en mujeres adultas a partir de los 35 años. Es una alteración crónica, y se caracteriza por presentar senos duros al tacto y de textura como de nudos de cuerda. Aunque rara vez suponen un riesgo para la salud —de hecho, las mastopatías leves se consideran dentro de la normalidad—, suelen ser dolorosas, por lo que a menudo se tratan con antiinflamatorios, analgésicos u hormonas.
- Papiloma intraductal: se trata de un tumor pequeño y benigno, parecido a una verruga, que se forma en un conducto lácteo, generalmente cerca del pezón. Es más frecuente en mujeres adultas a partir de los 35 años, y puede causar secreción por el pezón. Cuando este papiloma aparece en los conductos más alejados del pezón, y especialmente en grupo (papiloma múltiple), se considera un factor de riesgo de desarrollo de un tumor maligno, por lo que debe ser controlado.
- Ectasia ductal: se trata de un ensanchamiento de uno o más conductos lácteos en la zona bajo el pezón, que se llena de líquido. Esta afección a menudo no causa síntomas, aunque algunas mujeres experimentan dolor, mayor sensibilidad en la mama o secreción por el pezón. La ectasia se produce con mayor frecuencia durante la perimenopausia, entre los 45 y los 55 años, y suele desaparecer sin tratamiento. Si los síntomas persisten, pueden tratarse con fármacos o, en casos más infrecuentes, con cirugía para extraer el conducto afectado.
- Secreción del pezón: el derrame de líquido por el pezón fuera del periodo de la lactancia suele producir alarma pese a que solo el 5 % de los casos tiene relación con el cáncer de mama, según explica la AECC. Si la secreción se produce por ambas mamas y es de tipo lechoso, se denomina «galactorrea» y se asocia a un nivel excesivo de prolactina, que es la hormona responsable del inicio y mantenimiento de la lactancia (provocado, por ejemplo, por algún tratamiento hormonal o un fármaco). Si la secreción es por un solo conducto o de color oscuro o sanguinolento, puede indicar un papiloma intraductal o ectasia.
- Mastitis: se trata de una dolencia generalmente ligada a la lactancia y caracterizada por la inflamación y, a menudo, infección en la mama. El origen suele ser un conducto de leche obstruido o una pequeña herida o corte en el pezón que se infecta y produce dolor, hinchazón y/o fiebre. Una vez tratada, la mastitis no suele acarrear complicaciones.
El dolor mamario
El dolor en los pechos se clasifica según si está o no asociado al ciclo menstrual, es decir, si es hormonodependiente. Si es así, se conoce como mastodinia, si no, se denomina mastalgia. El dolor solo, por sí mismo, rara vez indica tumoración maligna
También pueden aparecer enfermedades de la piel que, pese a localizarse en el seno, no corresponden a problemas ginecológicos.
Una vez descartada la posibilidad de un tumor maligno, si los bultos no son grandes ni causan molestias, no se suele intervenir. El tratamiento entonces consiste en realizar controles periódicos para detectar posibles cambios, y en tratar los síntomas con analgésicos o antiinflamatorios en caso de dolor. Si el dolor es muy molesto, en el caso de los quistes, se pinchan para vaciar el líquido, mientras que los bultos sólidos grandes o dolorosos se extirpan para evitar molestias y riesgos en el futuro.
¿Cuándo acudir al ginecólogo por una afectación mamaria?
Cuando aparece un bulto palpable que dura más de dos semanas, cuando hay dolor en la mama, un cambio en el pezón, ya sea de color o de forma, secreción por el pezón o cambios en la piel o la forma del pecho, se debe acudir al médico.
La mastopatía fibroquística (MFQ)
La MFQ constituye el proceso benigno más frecuente de la mama, que se evidencia como una zona dura, debido a la proliferación del tejido conectivo epitelial y a la presencia de quistes. Supone hasta el 85 % de las consultas de mama. Se observa en un 50 % de las mujeres adultas y se detecta en un 90 % de los estudios histológicos. Clínicamente aparece dolor cíclico, generalmente premenstrual y con afectación en ambas mamas. Se pueden palpar nódulos o placas fibrosas. La sintomatología es frecuente que mejore con el embarazo, la lactancia y tras la menopausia. La prueba diagnóstica más efectiva es la ecografía, que también se utiliza para el seguimiento cuando hay síntomas. Entre el 5 y el 10 % pueden presentar síntomas incapacitantes, necesitando analgésicos o antiinflamatorios. Ocasionalmente se requiere de la extirpación de quistes o nódulos.
La MFQ simple no tiene riesgo de malignización, pero su presencia puede dificultar el reconocimiento de la lesión cancerosa o precancerosa. La terapia consiste en drenar el líquido de las formaciones quísticas con un procedimiento ambulatorio o en la extirpación quirúrgica de los nódulos fibroquísticos y las porciones de tejido mamario alteradas.